Teniendo en cuenta el escepticismo que suele acompañar a muchas personas cuando se les menciona acerca de las denominadas Terapias Alternativas, he decidido dedicar esta entrada a diversas investigaciones de carácter científico que dan validez al uso de la Aromaterapia como un tratamiento terapéutico empleado en el tratamiento de diversas enfermedades.
Si se tiene en cuenta que la historia y los orígenes de ésta y otras terapias alternativas resultan remotos, es curioso ver cómo la medicina alopática ha empezado a dirigir su mirada a ciencias mucho más antiguas, que ven al ser humano desde un punto de vista holístico y su efectividad está siendo probada y comprobada.
En pleno siglo XXI notamos que la simple ausencia de síntomas de una enfermedad no es realmente garante de buena salud, por lo cual buscamos no solo atacar la enfermedad en sí, sino mejorar la calidad de vida de la persona, lo cual incluye su bienestar físico, emocional y psicológico.
La Aromaterapia es definida por Segen (1998) como el uso de aceites esenciales extraídos de hierbas, flores y otras partes e las plantas para tratar diversas enfermedades. Su uso se ha extendido tanto que se puede emplear para aliviar molestias pequeñas como dolores de cabeza y resfriados, pasando por dolores menstruales (Han et al. 2006), hasta emplearse como terapia paliativa para el dolor en pacientes con enfermedades crónicas.
Buckle (1999) señala que para ese año 80 millones de norteamericanos sufrían dolores crónicos, por lo cual el uso de terapias complementarias como es el caso de la Aromaterapia ha sido integrado desde un enfoque multidisciplinario para el manejo del dolor. Esto se logra puesto que la relajación inducida por el uso de aceites esenciales altera las percepciones del dolor en estos pacientes, ya que los aromas inciden directamente sobre el sistema nervioso autónomo.
Por su parte Itai et al. (2001), comprobaron resultados positivos en le manejo de la depresión y la ansiedad de pacientes con insuficiencia renal que requieren de hemodiálisis.
Wilkinson y colaboradores (1999) plantean que la Aromaterapia reduce los niveles de ansiedad en los pacientes, percibiendo resultados tanto en síntomas físicos como psicológicos, mejorando así la calidad de vida. Esto se evidenció en pacientes con tumores malignos en el cerebro (ver el estudio de Hedfield, 2001).
En casos de enfermedades degenerativas a nivel de salud mental, se han visto efectos benéficos de la Aromaterapia, como en el caso de la investigación de Smallwood y colaboradores (2001) quienes observaron que en pacientes que padecen de demencia, se reduce su excesiva actividad motora, ya que los aceites esenciales tiene propiedades sedantes.
Esos son solo unos pocos ejemplos de miles y miles de estudios científicos que se han realizado en torno a esta milenaria ciencia y seguramente vendrán muchos más.
Dirijamos nuestra vista y nuestro olfato a la sabiduría que ha pasado a través de miles de años hasta llegar a nuestras manos en una pequeña botella.
*Imagen propiedad de: http://essentialhealth.com
Publicado por: Rubén Reyes.
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